Papá en la cocina. ¿Por qué no?
Ya no corre más que todo recaiga en mamá, inclusive la alimentación, las compras y la elección de qué tipo de comidas preferir para la mesa familiar. Que papá vaya al supermercado, comparta un tiempo ...
En la actualidad, y por suerte, hay mayor convocatoria social para que el hombre participe en la crianza de sus hijos. Hasta no hace mucho, eran relegados exclusivamente a la provisión económica de la familia. Esta modificación ha sido para el bienestar de los hijos, un padre siempre es fundamental, ni que hablar en la etapa de la infancia y adolescencia. No obstante, aún permanecen resabios de aquel pasado por todos lados, indudablemente en la interna de las familias.
En esta evolución, no han sido pocos los padres cuestionados por sus deseos de querer participar y desarrollar prácticas de crianza porque esa área se entendía era de exclusivo manejo femenino. Los padres que se aproximaban a ese mundo para cambiar pañales, preparar el alimento de su hijo u ordenar sus pertenencias, podían ser severamente interpelados en su masculinidad y generar fuertes sospechas en relación a su identidad sexual. Algo así como que si hace esas cosas de mujeres, no es tan masculino, ni varón.
Sin embargo, para un niño es fundamental crecer en un ambiente con la posibilidad de asociar en forma equitativa que su cuidado puede venir de ambas partes, de papá y de mamá. De esa forma, cuando sea adulto y padre podrá desarrollar un rol de cuidado independientemente de su sexo y género.
La diferencia hace bien
En Uruguay, las mujeres ya no tienen la exclusividad en las decisiones sobre los hijos. Han tenido que comenzar a respetar las formas y maneras que sus parejas, como padres, cuidan, resuelven y realizan las actividades cotidianas. Pero llevar el cuidado de los hijos de manera más igualitaria, entre mamá y papá, no significa cuidar de igual manera.
Los hijos también se nutren de las diferencias entre cómo lo hace papá y mamá, desde los juegos, las formas de contar historias y temas, hasta de la percepción de riesgos y peligros. Lo que a una mamá le puede dar temor, a un papá quizás no. Y que pueda haber esas diferencias enriquece a la pareja parental en posibilidad de diálogos y de aceptación mutua. Pero desde el punto de vista del hijo, un temor de mamá se puede transformar en inseguridad que se hace propia y es de mamá, y una falta de temor en papá en seguridad, confianza o dificultad en anticipar riesgos. Esas formas de ver, percibir y manejar los riesgos de manera diferente, permite llegar a un equilibrio.
Aceptar lo que puede dar
Los padres cada vez están más presentes desde el inicio: durante el embarazo, en el nacimiento y la etapa en que sus hijos son bebés. Para la biografía de un hijo, esa presencia en todos esos momentos es muy significativa. El esfuerzo es que más allá de lo que pase en la pareja como padres, hay que conectarse con los efectos para los hijos, descentrarse y pensar cuáles son los mensajes que se les están dando. Nadie dice que eso sea fácil.
Sin dudas que las mujeres han demandado la participación de los padres. Pero lo que falta es poder aceptar lo que ellos pueden dar y hacer con sus modalidades. No se trata de pedir instrucciones a las mujeres para ser padres, ni tampoco que las mujeres les demos instrucciones para cómo tienen que ejercer su rol paterno. Porque lo que tenemos en común, madres y padres, es que no hay recetas para el ejercicio de la maternidad y la paternidad. Puede, sí, haber apoyos.
La comunicación es lo que nos salva de esto, dar la bienvenida a cada iniciativa que un padre puede tener en relación a su hijo, respetarla y no devaluarla y cuestionarla como algo mal hecho. Abstenerse, por favor, de hacer comentarios de devaluación de los papás ante los hijos.
Los padres que se sienten cuestionados en su rol viven que lo que pueden dar no es valorado, ni bueno. Se desvalorizan cada vez más, retirándose de prácticas de crianza solo para evitar conflictos. A nadie le gusta que le digan lo mal que lo hace o cómo debe hacer las cosas. Por otro parte, quien más los cuestiona, más reclama su presencia.
Estar, compartir, cuidarlo
Para un hijo el tiempo con su papá es fundamental, que se haga el tiempo para poder ir al centro educativo de su hijo o cuidarlo cuando está enfermo. Es importante que los padres logren intentos de movimientos en ese sentido, con intentar nada se pierde y permite desnaturalizar que ante una enfermedad solo mamá es capaz de cuidarlo.
A veces lo que sucede es que los papás no cuentan con un modelo masculino y familiar asociado al cuidado, y eso los vuelve más inseguros y desorientados. Comprender esto permite hacer consciente la historia que cada padre trae en relación a quiénes lo cuidaban cuando él era niño. Su historia se vuelve protagonista para poder construir una nueva, sin reditar la pasada. Si hubo un papá que poco pudo cuidar, existe el miedo a repetir esa historia, cuando en realidad se tiene el poder de revertirla y de enseñarle al hijo que contará con herramientas de cuidado el día que sea padre, porque tiene a su papá como modelo para brindárselas.
Por eso, los padres merecen ser celebrados, porque lo que ellos pueden dar a sus hijos es único, cuentan con una versión inédita.
A los padres también les pasa que a veces no saben cómo pedir o preguntar y cuando lo hacen no siempre encuentran las mejores respuestas de incentivo. Por eso, todo padre no puede quedarse quieto, tiene que entrenarse y decir %u201Cpermiso voy yo, dejame a mí%u201D. Pero no puede aceptar que no puede, o que lo hace mal, o que no quieren que él haga. Se trata de decir: aquí estoy, soy el padre, y quiero poder, déjenme intentar.
Derechos y obligaciones
Es importante que un papá sea nombrado si no está presente, porque al nombrarlo deja de estar ausente de alguna manera. Si no está, pensemos cuánto lo nombramos, y qué se menciona sobre él, cómo lo construimos, qué dibujo se podría hacer un hijo con nuestro relato.
Si está presente pensemos cómo lo nombramos adelante del niño (como capaz, protector, buen cuidador, solo como proveedor, dador o incapaz).
El papá está presente con su voz, con sus manos, con sus atributos únicos, sus miles de posibles juegos, picardías, su protección, sus errores y sus aciertos.
Pero recordemos siempre que todos tenemos derecho al ejercicio de la maternidad y de la paternidad, y si alguno no quiere ejercerlo es un derecho que pone en juego.
Lo importante es que si una persona quiere ejercer su paternidad, debe contar con la mayor cantidad de facilitadores de ese ejercicio.
Ninguno de los roles de cuidado funciona desde la obligación, porque no es bueno para los niños ver que quien lo cuida no disfruta de la elección de ese ejercicio.
Integrar esta mirada desde este enfoque permite que aceptemos y defendamos el ejercicio de la paternidad como un ejercicio de derechos y de obligaciones que se activan cuando se asumen a través de la patria potestad.
Pensar en clave de derechos hace que los papás que adoptan hijos no biológicos, puedan hacerlo por elección de querer criar y ser papás.
Para todos aquellos que ejercen la función paterna con disfrute y defensa mi saludo en el reconocimiento de su día. ¡Feliz día del padre!
Lic. María Soledad Vieytes
Especializada en Acompañamiento Psicosocial Embarazo,
Primera Infancia y Familia.
Instructora Internacional
de Masaje Infantil.
Enlace | |
Fecha |
01/07/2016
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