Dar a Luz
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¿Cuando viajar? ¿Cuánto tiempo?
En la medida que nos sea posible, es mejor tratar de viajar fuera de temporada alta. Viajando con bebés o niños menores a los dos años, no se puede reservar asiento desde casa, por lo que los elegiremos unas horas antes de volar. Si el avión tiene asientos libres –y esto no sucede en temporada alta- las azafatas priorizarán tu caso y te permitirán ubicarte en una fila con algún asiento libre. No sólo debemos contemplar las vacaciones locales sino las del lugar hacia dónde nos dirigimos.
En general, independientemente del destino, cuando estamos de viaje pasamos muchas horas al aire libre. Hay que tener en cuenta que recién después de los 6 meses nuestro bebé puede usar protector solar. Esto, sumado a las rutinas de alimentación, podrá influir en la decisión del “cuándo” viajar.
Por otro lado, al definir la extensión del viaje podemos consultar a quienes ya hayan ido a ese destino o buscar en la web y extender unos días más de los estrictamente necesarios. Planear con tiempo nos hace empezar a disfrutar el viaje desde antes, pero si no es posible, haciendo una búsqueda de los must o top ten de la ciudad es suficiente, y luego… ¡a improvisar!
Armando las valijas
Haz una lista de las cosas que debes llevar, y donde empacarlas: valija, o equipaje de mano. Es importante empacar un cambio de muda para nosotros también, además de la ropa necesaria para nuestro hijo. Es conveniente preparar un kit de medicamentos, previa consulta y recomendaciones del pediatra al respecto.
El coche, además de que lo usaremos para trasladarlo, comer y dormir, nos servirá también para cargar cosas que no llevaremos sobre nuestra espalda. Utilizar un carrier o fular para el bebé puede ser una excelente opción si es pequeño y así podremos tener las manos libres.
Para el vuelo es conveniente llevar ropa que sea simple de poner y sacar. Respecto a los adultos, evitar hebillas, cinturones y otros metales que pueden hacer nuestros chequeos de seguridad más lentos.
Una vez pronto el equipaje y los bolsos de mano, no está de más ser un poco rutinario en cuanto a qué cosas lleva el papá y cuales la mamá, de modo de evitar olvidos.
Volar fuera del país
En general en el aeropuerto para ellos todo es nuevo y hay mucho movimiento. Se entretienen viendo la gente, con las vistas hacia los aviones de las áreas de observación, etc. Podemos preparar un bolso con sus juguetes, libros, canciones, videos y comida favorita.
Los electrónicos y pantallas los podemos tener como un recurso para entretenerlos durante el vuelo, y ser más permisivos. Hay que tener en cuenta que probablemente en el avión vaya un niño -y sobretodo adultos- conectados a las pantallas: el ejemplo estará al alcance de la mano.
Estadía: elige la más adecuada para ti y tu familia
Si se opta por un hotel, dar un vistazo a la recepción y a las habitaciones, para ver que sean seguras y no haya demasiados elementos de decoración frágiles que nos hagan estar todo el tiempo alertas y estresados porque no se rompan y nuestros hijos no se lastimen. Evitar habitaciones con balcones si nuestro hijo ya camina y tratar que el espacio de la habitación no sea demasiado reducido.
Por otro lado podemos optar por alquilar un apartamento equipado. En ese caso además de lo anterior también debemos fijarnos que sean receptivos a familias –en algunos casos proporcionan practicunas- y que el edificio tenga ascensor. En general en esta modalidad tenemos mayor comodidad para la higiene de la vajilla de nuestro hijo, podemos cocinar e incluso es más sencillo generar rutinas similares a las de nuestra casa. Si bien la rutina diaria es bien distinta cuando estamos de viaje, es importante respetar –con cierta flexibilidad- los horarios de siestas y comidas en la medida que nos sea posible.
El regreso: home sweet home
En la vuelta a casa estará el ansiado reencuentro con su entorno cercano, abuelos, tíos y primos, además de sus juguetes, libros y su camita.
No está de más preveer unos días más de licencia a la vuelta: llamémosle unas minivacaciones de las vacaciones. Por ejemplo, llegar un viernes de tarde no es mala idea, así podemos amortiguar el jet lag y el retorno a la rutina no se da de forma tan abrupta. Pensemos que nuestro hijo se pasó las 24 horas del día con sus dos padres durante un buen tiempo, llegar y trabajar al día siguiente puede ser un cambio muy radical para ellos.
Viajar en familia nos permite ver el mundo desde la óptica y curiosidad de los más pequeños. Se viaja con menos estrés por el tiempo y por conocer cada rincón, se hace con tiempo, parando y disfrutando de las pausas para jugar e intercambiar con otros niños.
¡Los invito a conocer el mundo de la mano de los más chiquitos!
Arq. Valeria Rohrer
STUDIO UNO A UNO
ARQUITECTURA - INTERIORISMO
DISEÑO INDUSTRIAL
Fecha |
02/06/2017
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