¿Tu hijo busca todo el día la comida? ¿Te parece que está continuamente pensando qué es lo próximo que va a comer?
Comer por ansiedad es una conducta muy frecuente en los adultos, que se dejan conducir por situaciones emocionales, lo que los hace consumir alimentos, no para saciar el hambre, sino como reacción a situaciones negativas de estrés, tristeza, ansiedad. ¿Qué es lo que debemos observar en nuestros hijos para darnos cuenta si ocurre eso mismo?
Algunas conductas a tener en cuenta:
* Si el chico come en forma compulsiva o desmedida (mucha cantidad en muy poco tiempo)
* Si lo hace muy rápido
* Si no se detiene aún cuando debería estar satisfecho
* Si está continuamente pensando qué es lo próximo que va a comer cuando aún no ha terminado el plato.
Esas señales indican que algo malo está ocurriendo.
Si estas conductas son habituales, es importante tener cuidado en las medidas a tomar. Aunque es real que hay que tratar de regularlas, no hay que hacerlo en forma radical o extrema porque podría llevar a problemas de alimentación o incluso de peso. Presionar al niño demasiado hace que se vea más atraído por la comida y en cuanto la situación se los permita continuará abusando de los alimentos.
Siempre que se hable con el niño sobre correcciones en la alimentación se lo debe hacer por razones de salud y no de peso. Hay que tratar de no restringir, sino de aconsejar, educar, sin provocar temor. Evitar frases como “la grasa es mala” o que determinada comida “le hace mal”. Lo ideal es tratar (en un proceso lento) junto al niño, que pueda darse cuenta de las señales de hambre y saciedad y ordenar los tiempos de comida. Quizá los demás integrantes de la familia deban hacer lo mismo, para que el niño también vea que es una conducta que no solo él debe seguir, sino que por salud toda la familia debe hacerlo.
“Cuando se hable con el niño sobre cambios en la alimentación se lo debe hacer por razones de salud y no de peso. Hay que tratar de no restringir, sino de educar”
Otro aspecto importante, es tener en casa alimentos saludables. Los niños deben comer alimentos de todos los grupos, todos los días, para poder satisfacer sus necesidades en esta etapa de crecimiento. Los alimentos que requieren no son dulces y grasas en exceso; sino lácteos, carnes, cereales, pan, verduras y frutas. No es aconsejable llenar la casa de alimentos ricos en energía, azúcares y grasas a los que el niño pueda acceder fácilmente. Estos alimentos ricos en calorías deben comprarse en poca cantidad y siempre consumirse con moderación y los padres debemos ser ejemplo de esta conducta.
Señales de hambre y saciedad
Los niños, y a veces también los adultos, pueden perder la facultad de darse cuenta cuándo comen por hambre, ansiedad, si están llenos. Si siguen comiendo por hambre o porque es una comida deliciosa. Puede ocurrir que el plato estaba demasiado lleno y hay que terminarlo.
“Hay que ayudar al niño a que conozca cuáles son las sensaciones de hambre y de saciedad”
Autorregular la comida es fundamental, tanto para chicos como para adultos, y es un hábito que hay que educar; si se ha perdido por algún motivo, hay que tratar de reeducarlo. ¿Cómo? En el caso de los chicos, debemos ayudarle a percibir la sensación de hambre, preguntarle qué siente físicamente cuando tiene hambre, dejando que el niño explique con sus palabras lo que siente. También hay que ayudarlo a que coma despacio y pueda notar cuando está satisfecho y explicarle la sensación de pesadez de cuando come en exceso.
Si la situación de comer por ansiedad y de más, va mas allá de las medidas que los padres puedan tomar en casa, es muy importante consultar al médico y comenzar atención psicológica infantil.
Limpiar el plato
A muchas personas no les gusta ver que en el plato queda comida; lo que es un error. Cuando se está satisfecho, deberíamos saber detectarlo. Pero hay padres que comen eso que los niños dejan. En general son personas que luchan contra el sobrepeso o la obesidad y esa conducta repetida en el tiempo, y si se hace rutina, provoca un descontrol en la dieta.
El adulto no sólo come diariamente lo que dejan sus hijos, también ingiere su comida. Estas conductas cuando se hacen rutina son casi inconscientes y subvaloradas por los adultos. La sugerencia es que traten de servir en el plato del chico porciones adecuadas a las que diariamente come, para que no haya más sobras.
Analía Martin
NUTRICIÓN Y ESTÉTICA
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