Enseñar a escribir
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Para la familia y el bebé o niño que ingresa, puede implicar la primer salida “formal” a un nuevo grupo humano, distinto al primario que lo contuvo hasta ese momento. Es el “puente” hacia “afuera” de ese grupo reducido, la familia cercana, en donde hasta entonces se venía desarrollando y construyendo los cimientos de su personalidad.
Para la institución que lo recibe implica también un movimiento, para poder conocer a ese nuevo integrante, y a la familia de la cual es parte ese bebé-niño. Cada familia aporta elementos singulares al grupo-institución que enriquecen al conjunto.
Es por esto que el proceso de adaptación de un niño a un centro educativo nunca es solamente de él: existen múltiples adaptaciones y procesos que recorrer que involucran a muchas personas, y que llevan la marca del tiempo personal y subjetivo. Por eso no puede anticiparse exactamente cuánto durará un proceso de adaptación. Depende de cada niño, familia e institución.
Sería mejor hablar de transformación en lugar de adaptación, en alusión a los movimientos que se generan en la familia, el bebé y la institución que lo recibe. Luego de este proceso, ya ninguno será el mismo.
“El proceso de adaptación de un niño a un centro educativo nunca es solamente de él: existen múltiples adaptaciones y procesos que recorrer que involucran a muchas personas”
Algunas consideraciones a tener en cuenta:
El ingreso de un bebé a un maternal debe ser paulatino. La separación que tiene que afrontar implica poner en juego todos sus mecanismos adaptativos y sus recursos internos para vincularse con otras figuras, distintas a las de apego. Necesita tiempo para adaptarse a la nueva rutina y construir vínculos con los adultos educadores referentes que lo reciben. Los padres y las familias también necesitan un tiempo para “confiar” plenamente en las personas que acompañarán a sus hijos en el desarrollo y en el proceso educativo que comienza.
Niños y bebés en proceso de adaptación.
Los niños más grandes (cercanos a los 2 y 3 años) cuentan ya con un tipo de pensamiento simbólico que les permite manejar las ausencias-presencias de sus padres de otra manera. Unido a esto, si tienen cierto lenguaje verbal desarrollado, pueden expresar y comprender que estarán separados de sus padres un rato y luego se reencontrarán con ellos nuevamente. La espera, la frustración y la separación, se transitan de otra manera.
Los bebés o niños más pequeños no tienen noción del tiempo cronológico y se sienten seguros cuando están cerca de sus figuras de apego. En general estas figuras son la madre y el padre. Separarse de ellos les genera inseguridad y temor. No saben qué sucederá. Es importante poder contarles y relatarles una y otra vez que mamá y papá regresarán en un rato a buscarlo. El tono afectivo con el cual le transmitimos algo es muy bien comprendido por los bebés, por eso hay que intentar estar calmo y seguro al momento de decirle al pequeño que se quedará un rato en el maternal. Será necesario que ese “estar” se vaya dando de a poco, a medida que el bebé conozca el escenario, el lugar, las rutinas que se desarrollan y a las personas que allí están. De a poco irá entablando vínculos de confianza y apego que le permitirán separarse de sus padres, y explorar el nuevo mundo al cual ingresa: uno nuevo, con vínculos diferentes y muchas cosas nuevas para descubrir y explorar.
Comúnmente se cree que el bebé o niño que no llora el primer día tendrá una adaptación rápida y efectiva. En realidad es de esperar que un bebé-niño llore y proteste al ingreso a un centro. Es la manifestación de la inseguridad que siente dada la situación nueva para él, del temor a separarse de sus padres, de la incertidumbre que le genera ese mundo nuevo. Llorar es esperable, aún cuando sea un niño o bebé “sociable”, es un indicador de salud. '
“Es de esperar que un bebé-niño llore y proteste al ingreso a un centro. Es la manifestación de la inseguridad que siente dada la situación nueva para él”
No tenemos que “evitar” que llore saliendo a escondidas por ejemplo. Es importante que podamos despedirnos al momento de llegar (esto es si ya está en el proceso de estar solo en la sala, si aún los padres están presentes le explicaremos lo que sucederá). Un niño que es “sorprendido” por la repentina ausencia de su padre cuando creía que su padre/madre estaba cerca de él, no podrá confiar en el ambiente que lo recibe y permanecerá “alerta” a las señales que le indican que su figura de apego se irá sin darse cuenta. Es decir, despedirnos aunque esto genere llantos y protestas de parte del niño, lo ayudará a anticipar lo que sucederá y a sentirse seguro para entregarse al juego y la exploración una vez que logre calmarse.
Yohana Sampietro
LIC. EN PSICOLOGÍA PERINATAL
cel. 099749329
Fecha |
02/03/2018
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