Para un bebé, el suelo es constante, no variable, lo cual lo torna de alguna manera predecible. Empujando partes de su cuerpo, es que otras partes se mueven, y logran despegarse del suelo en forma simultánea. Por ejemplo: para que un bebé logre reptar, (el tronco aún está en contacto con el suelo dando más estabilidad) hay que tirar con antebrazo y mano, pero la otra parte del cuerpo como la rodilla y el pie, deben poder empujar. Gatear ya implica que el tronco y la pelvis estén en el aire, facilitando más velocidad y movilidad, con mayor nivel de organización y de equilibrio, ya que el apoyo del cuerpo es mucho menor.
El movimiento en un bebé siempre está presente, es su vida de todos los días. Estos descubrimientos lo logran realizar en forma espontánea, sin mediar intervenciones. Lo importante es facilitar su libertad, lejos de la idea de que todo lo que puede o no puede hacer (en condiciones saludables) está relacionado al estímulo que lo encauza desde el exterior.
Por esto, el suelo es estímulo por si mismo, muy diferente a estar su cuerpo en una cuna, sillita, coche o corralito, ya que le permite otro tipo de experiencias fundamentales para su desarrollo.
A su vez, es importante e imposible separar los sentidos del movimiento humano, el sentido del tacto resulta fundamental en esa relación. Para coordinar movimientos corporales es necesaria la intervención de los receptores corporales que facilitan información al sistema nervioso.
A la quinta semana de gestarse, la piel comienza a formarse, por lo tanto el sentido del tacto es el primero en activarse y generar reacciones entre el organismo y el ambiente que lo acoge. Luego se desarrolla el equilibrio, sistema vestibular dentro del oído interno derecho e izquierdo. El olfato y gusto a través del órgano de la lengua y de la nariz, luego el sentido auditivo y por último la visión.
El sistema propioceptivo (tacto, sistema vestibular y sentido kinestésico) informa al cerebro brindando datos de cada parte del cuerpo en relación a otras y al medio externo del organismo. Del desarrollo de los sentidos, en el orden ya señalado, es que las sensaciones brindan información para formar la percepción.
Por estas razones, el bebé en el suelo, acompañado de la mirada y presencia afectiva, contemplado en su movimiento corporal, recibe sensaciones y comienza a percibir el mundo desde el sostén del suelo, como seguridad que lo contiene e impide caer.
El gran laboratorio del bebé, además de su boca, es el desarrollo de su propio movimiento desde el cual podrá quizás reptar, gatear, girar, alcanzar… y muchas otras acciones, más allá que en su despegue del suelo, luego le permitirán pararse y sostener en sus dos pies todo su cuerpo para comenzar a andar por la vida.
En la propuesta de masajes, donde el sentido del tacto es fundamental, los bebés son colocados en el suelo sobre una sabanita de algodón para que su referente afectivo realice la experiencia y a su vez observe el despliegue de movimientos que realiza. El masaje que se brinda, acompaña todo esto.
Soledad Vieytes
LICENCIADA EN PSICOLOGIA
INSTRUCTORA INTERNACIONAL DE MASAJE INFANTIL
nwababyspa@gmail.com